«A mí la edad no me ha frenado para crear mi proyecto Añino Regina Merina, para mí no ha sido un obstáculo, sino que ha sido un plus. Seguramente, me he equivocado menos que si lo hubiera creado con 30 o 40 años», explica convencida Icíar Martín Aresti, una de las emprendedoras que forman parte de Añino Regina Merina, una empresa dedicada a la producción y comercialización de prendas, accesorios y calzado hecho con lana merina extremeña.
Añino Regina Merina ha sido, además, uno de los proyectos reconocidos en los Premios +50 Emprende, unos galardones impulsados por Generación SAVIA, el proyecto de la Fundación Endesa en colaboración con la Fundación máshumano, que pone en valor el talento profesional de las personas mayores de 50 años, así como su capacidad de reinvención e innovación. Factores clave que les hacen idóneos para encontrar, y también crear, oportunidades laborales en sectores emergentes como, por ejemplo, la economía sostenible.
El entusiasmo de Martín Aresti, que pronto cumplirá los 60 años, al relatar este novedoso proyecto con impacto positivo sobre la sociedad no es baladí, sobre todo si tenemos en cuenta que en España los mayores de 50 años representan casi el 30% del paro total, según datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del primer trimestre de 2023. Un porcentaje elevado que pone de manifiesto que el colectivo sénior tiene dificultades a la hora de acceder a nuevas oportunidades de empleo.
Por tanto, y ante este escenario, muchos de ellos comienzan a explorar nuevos espacios emergentes donde la economía verde juega con ventaja y crea puestos de trabajo. Según PINEC 2021-23, se estima que entre 242.000 y 438.000 empleos estarán relacionados con la sostenibilidad, el cuidado del medio ambiente y las energías renovables.
Explorar nuevos mundos laborales
Martín Aresti explica que estudió «Historia Moderna y Geografía descriptiva, y en principio la docencia era mi escenario; pero luego la vida te lleva por lugares diferentes. Nací en Salamanca y me fui a vivir a Asturias, allí me casé y estuve trabajando en la Oficina de Farmacia durante 23 años. Más tarde, por un problema laboral un poco doloroso me quedé en paro y, aunque, por supuesto, reflexioné mucho sobre mi vida, decidí tomar como ejemplo la fortaleza de las mujeres de la cuenca minera, con las que había tenido muchísima relación, y seguí formándome, a pesar de la adversidad».
Fue en ese momento, relata la emprendedora salmantina, cuando se matriculó en la UNED y comenzó a hacer un máster de Economía e Innovación Social. «El trabajo de final de máster consistía en un rebaño de ovejas merinas en la montaña leonesa de las cuales extraer la lana, tan apreciada y tan nuestra, y dar apoyo a la trashumancia y a los pastores de la zona. De esta manera, los rebaños de raza merina extremeña en extensivo, tienen un tercer aliciente en su productividad: carne, leche y lana», expone Martín Aresti.
Del papel a la realidad
La idea, por tanto, estaba sobre el papel. Martín Aresti tenía un proyecto armado, pero aún debía aterrizarlo de manera firme y tangible, y es en este punto cuando conoce a su socio, Antonio Milara Mendoza, un artesano que pertenecía a una tercera generación de zapateros guarnicioneros artesanos.
«Nos conocemos en una mesa redonda en la UNED y percibo que compartimos visión. Su discurso era muy atractivo, y pensé que era la persona adecuada para hacer realidad mi proyecto de fin de máster. Hablé con él y estuvimos dos años trabajando en un telar provisional con los vellones de lana que venían directamente a los pastores. Probamos y probamos, hasta conseguir unas telas merinas con unas caídas estupendas con las que trabajar. Ahí es cuando vimos que era viable y es el momento en el que nace Añino Regina Merina», explica.
Martín Aresti y Milara Mendoza llevan accesorios y calzado artesano hecho con la apreciada lana merina –un tejido con un sello muy español protegido durante siglos por La Mesta– de la finca a la caja, y de ésta hasta las casas de sus clientes. «Nuestra cadena de producción minimiza la huella de carbono, ya que no usamos derivados del petróleo ni minerales pesados», detalla.
«Me interesaba mucho la economía con impacto social, económico y local, y además poder aplicar la pasión de mi formación en Historia Moderna. Por eso, las fibras de Añino Regina Merina están tratadas sin petróleo, igual que se hacía en el S. XIV. Pero, además, no sólo quería un tratamiento 100% vegetal, sino también conseguir productos para acercarnos a un público consciente, ético y estético», comenta.
«Estoy entusiasmada»
En este momento, confiesa Martín Aresti «estoy entusiasmada, ahora siento que es mi turno y que estoy muy feliz con lo que hago, uniendo innovación y economía social. Aunque pensé mucho al quedarme sin trabajo, relativicé todo y sentí que no era un problema, que iba a encontrar una forma de tener trabajo y la edad, desde luego, no me paró».
En este punto, la emprendedora asegura sonriente que «me encanta meterme en líos, no tengo miedo al fracaso, antes de este proyecto he hecho otros que no han salido bien. Así que, si alguien tiene una idea que la lleve adelante, siempre con la sensatez debida, por supuesto, pero que sienta que su labor le hace feliz. ¿Quién me iba a decir que hoy estaría aquí hablando contigo de Añino? Nadie, pero aquí estamos».